Siempre me ha fascinado el fenómeno de planificar. Todo lo que hago en mi vida lo decido y ejecuto pensando en el paso siguiente, habiéndome la pregunta « ¿A dónde me está llevando esto? ¿Para qué me sirve?». No sé si es una costumbre adquirida de trabajar muchos años en planificación logística o si vino conmigo, la cosa es que hoy ya forma parte de mí. Soy una persona sumamente orientada a trabajar por objetivos y no me gusta hacer cosas que no tienen una meta clara, de hecho he descubierto que soy muy orientada al logro. Con eso vine a esta clase.
Siempre he tenido la costumbre de maquinar mentalmente esos árboles de decisiones intuyendo, más que otra cosa, cuál era el entorno, la visión y las oportunidades en cada una de las decisiones. Por eso me gustó que en esta materia vimos varias herramientas que sirven para planificar de forma estructurada. Ya las había visto todas en alguna u otra oportunidad, bien en una clase o algún proyecto, sin embargo creo que me voy con la certeza de saber para qué sirve cada una de ellas y cómo aplicarlas: la DOFA, el análisis de fuerzas de Porter, el Balanced Scorecard y la influencia que tiene la cultura organizacional y el liderazgo sobre la toma de decisiones. Eso me llevo.
¿Qué mejoraría? Dos cosas básicamente:
- Establecer claramente desde un principio cuál es el cronograma de actividades.
- Ver un poco más de teoría y que no dependa 100% del enfoque que quiera aportar el grupo que explonga.
En general sigo creyendo que todo el mundo debería aprender sobre planificación y tratar de aplicarla a todos los aspectos de su vida.